Era martes 22 de abril por la tarde, cuando volvimos a emprender nuestro viaje hacia el caserío de Collique en el distrito de Mochumí, con la primera persona que nos entrevistamos fue con la señora Imelda, natural de Bambamarca, ama de casa quien tiene 3 hijos y vive en el lugar aproximadamente 9 años, nosotros ansiosos de conocer un poco más, le preguntamos qué cambios ha percibido desde que llego, a lo que ella respondió fue que no ha observado nada nuevo, que todo sigue igual, y que nada ha cambiado. Nos comentaba que su esposo era de Mochumí y que se dedicaba a la agricultura, se iba a las 6 de la mañana a trabajar y estaba regresando a la 1 de la tarde, asimismo ellos en una oportunidad habían sido víctimas de robo de sus animales, mientras ella conversaba con nosotros, su pequeño niño empezó a jugar y gatear en la tierra, fue preocupante ver ese cuadro y ella al vernos sorprendidos dijo que ya estaban acostumbrados a jugar con tierra y que ya no los enfermaba, sin embargo seguía nuestra inquietud, nuestra siguiente pregunta fue si había venido alguna campaña médica al lugar o si alguien les había brindado charlas sobre salud, ella toda sonriente nos dijo que nadie se acuerda de ellos, que sólo en el pueblo les brindan charlas, y cuando se enferman de gravedad los llevan recién a Mochumí y de no haber médicos los llevan a Lambayeque.
Nuestra siguiente
experiencia fue con la señora Trinidad de 82 años de edad quien tuvo 11 hijo de
los cuales 7 están vivos, nos comentaba que en el caserío había gran
desunión, no se organizaban, cada quien
velaba por su propio bienestar, que si
conocían muy bien cuáles eran sus problemas, pero sin embargo nadie hacía nada
por de cambiar y mejorar su caserío. esta vez aparte del servicio de desagüe,
doña Trinidad nos comentaba que ya estaba cansada de comer con tierra, que a
cada momento pasaban motos y que ese polvo venía de frente hacia sus alimentos,
“sería bueno que el alcalde se acuerde de nosotros y nos ponga pista” eran sus
palabras. Otro tema importante que pudimos conocer gracias a la misma señora
fue que en la actualidad no cuentan con título de propiedad, pero si con
certificado de posesión y que en una ocasión las mujeres habían trabajado
limpiando su propio dren a cambio de víveres que les brindaba la municipalidad,
este hecho nos mostrado que la población trabaja en favor de su propio bien
pero a cambio de incentivos, no porque querían ver limpio su caserío, sino
porque querían recibir sus víveres.
Proseguimos con nuestra
caminata y nos encontramos con una pareja de ancianos, Manuela Valdera, quien
estaba dando de comer a sus aves y Francisco Seclén Damián, quien estaba
sentado cerca de ella pues había perdido la vista, nos decía que él siempre
escucha su radio y estaba informado de las noticias y que en la radio siempre
escuchaba progreso y desarrollo en otros caseríos, pero que en Collique no se hacía
nada, que nunca había ido una autoridad para que observe la realidad, para que
ponga aunque sea piedras en el camino para ya no vivir con todo el polvo, hasta
el estado no llega por acá. Doña Manuela nos comentaba que además del desagüe
consideraba necesarios la construcción de un puente que permita unir frontera
con frontera, ya que tienen que dar una larga vuelta para llegar al otro lado.
Continuamos y nos encontramos
con don José Siesquén Acosta de 70 años de edad, yo antes trabajaba en los
jornales, con ello sostenía a mi familia,
ya son 40 años que vivo acá y hasta la fecha no nos ponen el desagüe, tuve seis
hijos, pero sólo estudiaron su primaria, ahora ellos repiten mi historia, sólo
que mis nietos ya se van hasta al pueblo para terminar de estudiar.
Mientras caminamos
observando cuidadosamente, cada espacio del lugar como queriendo fotografiar en
la mente cada milímetro de él. Estábamos
buscando más circunstancia que llamaran nuestra atención, de pronto aparecieron
unos jóvenes vestidos para jugar al futbol, nos acercamos para conversar con
ellos, muy amables ellos entablaron una conversación muy amena, nos indicaron
donde estaba el lugar donde jugaban y luego muy tristes nos dijeron que estaban
aprovechando sus últimos días en el campo, porque el alcalde había decidido quitárselos
para venderlo, a unas personas que construirán ahí. Nos contaron también la
historia de ese campo de futbol, como lo han mantenido hasta hoy, nos hablaron
algo del señor, dueño de las tierras que les dono el espacio y como trabajaron
durante mucho tiempo para dejarlo listo para jugar. Esta información nos la
brindaron el joven: Hugo y Francisco.
Regresamos con nuevas
miradas, con nuevas perspectivas y sobretodo con ganas de ser puente para ese
gran cambio que la gran mayoría de población lo pide a gritos, sólo nos queda
aplicar la mejor estrategia con cautela y esperar a que nuestros resultados se
desarrollen de la mejor manera.
Revisado, merituado.
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