viernes, 28 de marzo de 2014

Es domingo por la mañana, el día está fresco aun, son casi las ocho de la mañana o quizá un poco más, estamos reunidos en grupo y nos enrumbamos a buscar un lugar donde acampar, nos dirigimos hacia el norte, hemos estado casi media hora en el carro, entonces decidimos bajar y hablar con los transeúntes del lugar.
Aún no hemos decidido nuestro lugar de destino, así que dependeremos casi en la totalidad de las referencias que nos den los pobladores de este lugar, hemos bajado del carro y nos apresuramos a conocer el lugar, su nombre, algo de sus costumbres y finalmente lo que nos importa, los lugares a los cuales podamos ir, en busca de nuestro objetivo, y no es que queramos un hermoso lugar para compartir y pasarla bien este fin de semana , por las comodidades que nos ofrece, (aunque no es mala idea), pero al fin nos enfocamos en hacer nuestra labor. Les  explicamos a nuestros guías opcionales que estamos buscando uno de los pueblitos casi casi olvidados por los demás, (autoridades locales, regionales y nacionales; y por si fuera poco por sus mismo pobladores), entonces nos explican que ese lugar existe en el distrito de Túcume, y se llama San Antonio, nos explican que es un caserío que esta aproximadamente a 15 minutos desde donde nos encontramos, nos miramos alegres y podemos notar en nuestros gestos que el lugar es el indicado, tomamos una moto y nos dirigimos contentos hacia el lugar.
Hemos llegado al lugar, la primera persona que nos recibe es la señora Céspedes quien nos recibe amablemente y conversa con nosotros, al preguntarle por el lugar nos habló de las deficiencias de su caserío pero sobre todo se quejó del abandono de las autoridades del distrito.









Seguimos caminando por el distrito, vamos en busca de otras viviendas ya que están distanciadas, a pesar de que todos se conocen, la señora Céspedes, no puede definir claramente cuantas familias hay en el caserío. La distancia entre las casas es de un aproximado de 10 a 20 metros, y solo en algunos casos encontramos casas seguidas que no llegan a ser más de tres.
Ya hemos conversado con varios pobladores del lugar, estamos un poco cansados y necesitamos refrescarse un poco, es entonces que vamos en busca de un poco de agua, nos dirigimos hacia la casa de uno de los pobladores que cuenta con un pozo o noria, de la cual se abastece a diario para su consumo personal y a la vez de alguno de sus vecinos, nos detenemos un momento para charlar con la dueña de la casa y aprovechamos para preguntarle por el tratamiento de este líquido elemental de consumo, un poco con recelo, nos cuenta que usan el agua de ese pozo para consumo total, es decir, para beber y para hacer limpieza, es decir para lavar la ropa, se siente más en confianza cuando ha llegado su esposo, entonces entre los dos nos explican que la noria la limpian cada 6 meses aproximadamente, para mantener el agua limpia, nos acercamos para visualizar el pozo y nos damos con la sorpresa que el agua tiene un color verduzco, lo que a simple vista y a nuestro parecer necesita una limpieza inmediata, entonces retrocedemos a preguntarle si el color del agua implica que ya están próximos a cumplirse los seis meses y hacer la limpieza, argumento que niega el poblador inmediatamente, para decirnos que hace poco tiempo que han limpiado la noria. Nos explica también desde su punto de vista que el agua que toman es agua filtrada es decir según ellos es agua del rio Chancay que se filtra por la tierra, y la inquietud fue ver que cerca de las norias, también estaban las letrinas.
En cuanto a los pobladores se dedican a la agricultura, en su mayoría son pequeñas parcelas, que siembran sólo para su consumo  propio y lo poco que venden lo invierten en comprar otros artículos de primera necesidad para su alimentación, no cuentan con luz eléctrica de electronorte, tienen una que es provisional pero que hasta hoy no es nada seguro, además no tienen luz pública. Los pobladores nos comentaban que hasta la fecha no tienen junta vecinal y por lo tanto no pueden ir formalmente a realizar algún reclamo.
En cuanto a los niños y jóvenes del lugar pareciera que todo el retraso y la vida misma se acentuaran sobre ellos, para que puedan recibir clases tiene que caminar hasta el centro poblado La Raya o a Túcume Viejo y en algunos casos hasta el mismo distrito de Túcume, puesto que en San Antonio no hay Pronoi, inicial, primaria ni secundaria, esta situación hace que los jóvenes no vean progreso en su caserío y se ven en la obligación de ir a trabajar a otros lugares.
Las creencias y las religiosidades son bastante acentuadas en el lugar, la señora María Sandoval nos contaba su experiencia con una virgen viva, que antes estaba en el cerro de Túcume Viejo y camino hasta lo que es actualmente Túcume.

Luego de todo el recorrido que hicimos conversando con los pobladores y las familias del lugar, pudimos llegar a contar que hay un aproximado de 40 familias en el lugar, con las cuales se pudo conversar y conocer algunos aspectos del lugar.