Es domingo por la mañana, el
día está fresco aun, son casi las ocho de la mañana o quizá un poco más,
estamos reunidos en grupo y nos enrumbamos a buscar un lugar donde acampar, nos
dirigimos hacia el norte, hemos estado casi media hora en el carro, entonces
decidimos bajar y hablar con los transeúntes del lugar.
Aún no hemos decidido nuestro
lugar de destino, así que dependeremos casi en la totalidad de las referencias
que nos den los pobladores de este lugar, hemos bajado del carro y nos
apresuramos a conocer el lugar, su nombre, algo de sus costumbres y finalmente
lo que nos importa, los lugares a los cuales podamos ir, en busca de nuestro
objetivo, y no es que queramos un hermoso lugar para compartir y pasarla bien
este fin de semana , por las comodidades que nos ofrece, (aunque no es mala
idea), pero al fin nos enfocamos en hacer nuestra labor. Les explicamos a nuestros guías opcionales que
estamos buscando uno de los pueblitos casi casi olvidados por los demás,
(autoridades locales, regionales y nacionales; y por si fuera poco por sus
mismo pobladores), entonces nos explican que ese lugar existe en el distrito de
Túcume, y se llama San Antonio, nos explican que es un caserío que esta
aproximadamente a 15 minutos desde donde nos encontramos, nos miramos alegres y
podemos notar en nuestros gestos que el lugar es el indicado, tomamos una moto
y nos dirigimos contentos hacia el lugar.
Hemos llegado al lugar, la
primera persona que nos recibe es la señora Céspedes quien nos recibe
amablemente y conversa con nosotros, al preguntarle por el lugar nos habló de
las deficiencias de su caserío pero sobre todo se quejó del abandono de las
autoridades del distrito.
Seguimos caminando por el
distrito, vamos en busca de otras viviendas ya que están distanciadas, a pesar
de que todos se conocen, la señora Céspedes, no puede definir claramente
cuantas familias hay en el caserío. La distancia entre las casas es de un
aproximado de 10 a 20 metros, y solo en algunos casos encontramos casas
seguidas que no llegan a ser más de tres.
Ya hemos conversado con varios
pobladores del lugar, estamos un poco cansados y necesitamos refrescarse un
poco, es entonces que vamos en busca de un poco de agua, nos dirigimos hacia la
casa de uno de los pobladores que cuenta con un pozo o noria, de la cual se
abastece a diario para su consumo personal y a la vez de alguno de sus vecinos,
nos detenemos un momento para charlar con la dueña de la casa y aprovechamos
para preguntarle por el tratamiento de este líquido elemental de consumo, un poco
con recelo, nos cuenta que usan el agua de ese pozo para consumo total, es
decir, para beber y para hacer limpieza, es decir para lavar la ropa, se siente
más en confianza cuando ha llegado su esposo, entonces entre los dos nos
explican que la noria la limpian cada 6 meses aproximadamente, para mantener el
agua limpia, nos acercamos para visualizar el pozo y nos damos con la sorpresa
que el agua tiene un color verduzco, lo que a simple vista y a nuestro parecer
necesita una limpieza inmediata, entonces retrocedemos a preguntarle si el
color del agua implica que ya están próximos a cumplirse los seis meses y hacer
la limpieza, argumento que niega el poblador inmediatamente, para decirnos que
hace poco tiempo que han limpiado la noria. Nos explica también desde su punto
de vista que el agua que toman es agua filtrada es decir según ellos es agua
del rio Chancay que se filtra por la tierra, y la inquietud fue ver que cerca
de las norias, también estaban las letrinas.
En cuanto a los pobladores se
dedican a la agricultura, en su mayoría son pequeñas parcelas, que siembran
sólo para su consumo propio y lo poco
que venden lo invierten en comprar otros artículos de primera necesidad para su
alimentación, no cuentan con luz eléctrica de electronorte, tienen una que es
provisional pero que hasta hoy no es nada seguro, además no tienen luz pública.
Los pobladores nos comentaban que hasta la fecha no tienen junta vecinal y por
lo tanto no pueden ir formalmente a realizar algún reclamo.
En cuanto a los niños y jóvenes
del lugar pareciera que todo el retraso y la vida misma se acentuaran sobre
ellos, para que puedan recibir clases tiene que caminar hasta el centro poblado
La Raya o a Túcume Viejo y en algunos casos hasta el mismo distrito de Túcume,
puesto que en San Antonio no hay Pronoi, inicial, primaria ni secundaria, esta
situación hace que los jóvenes no vean progreso en su caserío y se ven en la
obligación de ir a trabajar a otros lugares.
Las creencias y las
religiosidades son bastante acentuadas en el lugar, la señora María Sandoval
nos contaba su experiencia con una virgen viva, que antes estaba en el cerro de
Túcume Viejo y camino hasta lo que es actualmente Túcume.
Luego de todo el recorrido que
hicimos conversando con los pobladores y las familias del lugar, pudimos llegar
a contar que hay un aproximado de 40 familias en el lugar, con las cuales se
pudo conversar y conocer algunos aspectos del lugar.